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Para mí, el 20 de marzo no es sólo un día para reflexionar y llamar la atención a nuestra causa. Sino un recordatorio del poder transformador del teatro en las vidas de los niños y niñas de todo el mundo, que ofrece consuelo, curación y, lo que es más importante, un espacio en el que las diferencias no sólo se aceptan, sino que se celebran.

Jon Dafydd-Kidd

En las eternas palabras de A.A. Milne, “Piglet se dio cuenta de que aunque tenía un corazón muy pequeño, podía albergar una cantidad bastante grande de gratitud.”

Es un sentimiento que refleja maravillosamente la esencia de nuestro trabajo: pequeños escenarios con el poder de albergar mundos vastos y diversos, enseñándonos la invaluable lección de celebrar nuestras diferencias. A medida que nos acercamos al Día Mundial del Teatro para Niños, Niñas y Jóvenes, el 20 de marzo, me doy cuenta de que el teatro desempeña un papel único en la reducción de las diferencias, especialmente en tiempos marcados por conflictos y luchas (si aún no han leído el mensaje de Sue Giles para el Día Mundial, pueden hacerlo aquí).

Para mí, el 20 de marzo no es sólo un día para reflexionar y llamar la atención a nuestra causa. Sino un recordatorio del poder transformador del teatro en las vidas de los niños y niñas de todo el mundo, que ofrece consuelo, curación y, lo que es más importante, un espacio en el que las diferencias no sólo se aceptan, sino que se celebran.

Este año, les invito a cambiar su enfoque y que vayan más allá del placer de la representación para abrazar un tema tan urgente como necesario: las intersecciones de la sostenibilidad con el acceso y la inclusión. Las historias que elegimos contar en el escenario reflejan y comentan sobre nuestro mundo y su futuro. Un futuro en el que todos los niños y niñas, independientemente de sus circunstancias, tengan un “asiento” entre el público. Este compromiso no se refiere únicamente al entorno físico de nuestros teatros, sino también a fomentar una cultura que valore y practique la sostenibilidad en cómo y quién puede disfrutar de la magia del teatro; con demasiada frecuencia, el acceso es reactivo y no está previsto que se mantenga.

Ustedes, nuestros miembros, el latido de esta familia global, un colectivo de soñadores y hacedores, de creadores y guardianes del teatro infantil, son los portadores de la antorcha. Su trabajo brilla como un faro de esperanza, uniéndonos en la creación de un mundo en el que cada niño/a pueda ver su reflejo en las historias que se cuentan.

“Las cosas que me hacen diferente son las cosas que me hacen.” – A. A. Milne

Para mí, este mes de marzo nuestro llamado a la acción es claro: utilizar este día no sólo como celebración, sino para coger la ola del cambio. Defender historias que exploren, acojan y celebren la diferencia, y garantizar un acceso planificado, sostenible y equitativo. En nuestras sesiones “Umbrella” del 13 de marzo, compartieron cómo celebrarían el Día Mundial, pero esto va más allá de un solo día. Se trata de llevar esa energía 365 días.

A medida que crece el viaje a La Habana para el Congreso Mundial de este mes de mayo, llevamos con nosotros las historias de los niños y niñas con los que hemos conectado y a los que queremos llegar. La Habana no será sólo un punto de encuentro, sino una fusión de ideas; una reunión de mentes y corazones, un lugar para compartir, aprender y soñar juntos.

Nuestro trabajo es algo más que entretenimiento: es un puente hacia el entendimiento, un maestro de empatía y un constructor de mundos en los que todos los niños y niñas saben que pertenecen a un lugar.

Jon Dafydd-Kidd

Miembro del Comité Ejecutivo de ASSITEJ Internacional