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El mes de septiembre guarda un recuerdo extraordinario en la trayectoria de los derechos de los niños y niñas. Hace más de 21 años, la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas en favor de la Infancia (UNGASSoC) se pospuso debido a la tragedia del 11 de septiembre de 2001, en la que murieron más de 2,700 personas y muchos niños y niñas quedaron huérfanos al instante.

Lalu Mokuku, Miembro del CE de ASSITEJ Internacional

“Todo teatro es necesariamente político, porque todas las actividades del hombre (sic) son políticas y el teatro es una de ellas. Quienes separan el teatro de la política intentan llevarnos al error, y esa es una actitud política” – Augusto Boal (1931 – 2009)

El mes de septiembre guarda un recuerdo extraordinario en la trayectoria de los derechos de los niños y niñas. Hace más de 21 años, la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas en favor de la Infancia (UNGASSoC) se pospuso debido a la tragedia del 11 de septiembre de 2001, en la que murieron más de 2,700 personas y muchos niños y niñas quedaron huérfanos al instante.

Escribo este artículo con el contexto de dos importantes y primeros eventos presenciales posteriores a COVID-19 que Sudáfrica acogió recientemente en Johannesburgo en agosto. Uno fue Cradle of Creativity, un festival internacional y conferencia de teatro para jóvenes del 20 al 27 de agosto bajo el lema “Las historias que nos mueven”. Entre los lugares de celebración se encontraban el emblemático Market Theatre, el Windybrow Arts Centre y centros culturales como el National Children’s Theatre y Sibikwa. El otro evento fue la XV Cumbre de los BRICS bajo el lema “BRICS y África: Asociación para el crecimiento mutuamente acelerado, el desarrollo sostenible y el multilateralismo inclusivo”. Tuvo lugar del 22 al 24 de agosto en Sandton.

En sus deliberaciones, los líderes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) observaron con gran preocupación los conflictos en curso en muchas partes del mundo y subrayaron su compromiso con las resoluciones pacíficas a través del diálogo. Entre otras cosas, afirmaron la promoción de la economía creativa como un bien público global, tal y como se adoptó en la Conferencia Mundial sobre Cultura y Desarrollo Sostenible – MONDIACULT22. Mientras tanto, en los teatros de la misma ciudad, más de 25 producciones de Sudáfrica, Ruanda, Burkina Faso, Bélgica, Alemania, Francia, Dinamarca, México/Argentina, Suiza y los Países Bajos se exhibieron en el festival. Eran sobre, para, con y por niños y niñas. Durante este tiempo, experimenté el poder de los abrazos largos y cálidos, en los que no hacían falta palabras mientras las historias nos conmovían.

Desde estos acontecimientos, me he tomado tiempo para reflexionar sobre su significado y también he hecho un seguimiento con algunas personas sobre las historias que les conmovieron, en el festival.

La Presidenta de ASSITEJ Internacional Sue Giles compartió que varias historias que la conmovieron no eran suyas para contarlas, sino que fueron compartidas con ella a medida que se profundizaban las conexiones a lo largo de la semana. “Algunas eran difíciles de escuchar. Cada espectáculo que vimos de Sudáfrica y otras naciones africanas, era una historia dentro de otra historia. Las capas de experiencia, el conocimiento del dolor y la alegría que conforman el sector del Teatro para Jóvenes Audiencias en Sudáfrica están en el corazón de por qué es un trabajo tan fuerte.”

Jon Dafydd-Kidd (ASSITEJ REINO UNIDO) me dijo que fue “una experiencia de oposición equilibrada” que le dejó preguntándose “¿por qué en casa tenemos tanto miedo de mantener los diálogos importantes con los niños, niñas y jóvenes sobre cosas que tienen un impacto directo en su vida? ¿Y cómo se ha generalizado gran parte de nuestro arte?”.

Hizo referencia a una producción premiada, The King of Broken Things y dijo que el festival le había dejado tres palabras: “Contexto, curiosidad, escuchar”.

A mí, el festival me recordó las palabras de Augusto Boal cuando afirma que “quizá el teatro no sea revolucionario en sí mismo; pero no lo duden, ¡es un ensayo de revolución!”.

Por consiguiente, no me tomo a la ligera las deliberaciones de los BRICS, ni doy por sentadas las historias que conmovieron a multitudes de público durante el festival.

En cambio, me recuerda que los líderes de los BRICS pueden tomar en serio su responsabilidad de actuar en torno a los derechos de la infancia y la justicia, y que la historia del 11 de septiembre debe contarse varias veces hasta que todos los niños y niñas comprendan el impacto de los conflictos políticos e ideológicos en sus vidas y cómo a través de la amenaza podemos elegir dar forma a un mundo adecuado para todos.

En el festival conocí a Bokamoso Sekhibane, de seis años, y me dijo que le gustaba estar en el festival. Como organización comprometida con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños, que todos los actos destinados a permitir la participación, la protección y la prestación de servicios a los niños se amplifiquen cada día, en todas partes. Esto incluye el teatro, donde vemos que se permite a los niños y niñas, como Bokamoso, ensayar sus futuros deseados y, en el proceso, nos acercamos a la realización de la paz para todos.

Lalu Mokuku

Miembro del CE, ASSITEJ Internacional

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